No sé para qué sigo escribiendo
si mi cara, mi voz, mis lágrimas
ya son todo un poema.
Hasta la tinta de este boli
es una poesía imperecedera.
Pero lo más sorprendente
es la forma en la que se mueve esta mano
y escribe palabras llenas de sangre
y manchan un folio en blanco.
Pensamientos que ahogan mis folios,
y mis días,
y mi cuerpo.
Mi cuerpo sí que es un poema
sin letras
sólo marcas que me recuerdan lo viva que estoy.
Apaga la luz,
que se ha hecho tarde.
Ya me voy.