En realidad yo era frágil, sólo necesitaba un pequeño toque para derrumbarme, mi autoestima iba en picado en escasos segundos hasta el punto de gritar en silencio delante del espejo, pensando como coño podría mejorar para hacerle feliz a él, mecanizando estúpidamente mi vida para ver una sonrisa en caras que no eran la mía, porque todo iba por encima de mi. Indignante. Patético. Absurdo. El tiempo y las experiencias nos hacen aprender. Así he aprendido yo, nunca volveré a tropezar por estupideces y rayadas que acaban por destrozar corazones. Y no el corazón de cualquiera, porque ya los demás me dan igual, sino el mío propio.
